
Sentada en el filo de la ventana, hipnotizada por la presente. Armada con lápiz y papel amenazo con descargar todos mis pensamientos.
Los miedos golpean el cristal pero la noche oscurece el ruido, no puedo ver nada más allá de su reflejo.
Escucha, gracias por estar ahí sin pedir nada, cada día, cada noche, cada lágrima, cada sueño...
Gracias por tu incondicional serenidad, por tus abrazos, tus caricias, tus miradas, tus palabras...
Prometo estar a la altura, a ver si al fin consigo seguir tu ejemplo. No dejaré de ser yo misma aunque mengüe de vez en cuando.
Los miedos golpean el cristal pero la noche oscurece el ruido, no puedo ver nada más allá de su reflejo.
Escucha, gracias por estar ahí sin pedir nada, cada día, cada noche, cada lágrima, cada sueño...
Gracias por tu incondicional serenidad, por tus abrazos, tus caricias, tus miradas, tus palabras...
Prometo estar a la altura, a ver si al fin consigo seguir tu ejemplo. No dejaré de ser yo misma aunque mengüe de vez en cuando.