
La gota siempre llega, por difícil que sea el camino. Hasta que deja de ser agua no pierde de vista su misión.
Quizás esta eterna sensación de caer y caer tenga ahora una explicación, quizás me esté convirtiendo en gota...
Si así fuera, no tendría que cuestionar nada más, las gotas no razonan, no sufren, no se desilusionan, no le hacen daño a nadie, no se equivocan, no se asustan, no se ahogan...
Perdería las risas, los abrazos y tus caricias. Que triste preferir ser gota para dejarse caer.
Hace seis meses que no me llamas...
1 comentario:
De vez en cuando entro para ver que la tristeza se ha ido anidar lejos de ti.
Pero siento que aún le das cobijo, abrazala y dejala ir, estoy segura que lo haras. un abrazo
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